miércoles, 5 de enero de 2011

Regreso

Sin ánimo, así se levantó Fabián esa mañana. Lo que las palabras de los medios le dejaban en los oídos era sólo basura. La radio estaba muerta, estaciones de pop y noticieros de dudosa credibilidad; el televisor hueco, sin ideas originales, mujeres usando vestidos muy cortos y escotes demasiado pronunciados para ser transmitidos en horario familiar.

A modo de desayuno tomó un vaso de coca-cola y recalentó la media pizza que le había sobrado de la cena, era una de las especiales de Domino’s, con sabor más bien entre marinera y alemana. Eran las dos de la tarde.

La casa vacía. Él, en cuestión de horas, saldría para ver a un par de amigos y juntos asistir a la fiesta de Berenice.

Por lo pronto su plan era sentarse frente a su computadora, conectarse al messenger, abrir su facebook y esperar que alguien interesante estuviese ahí. Parte de ese ritual era abrir una ventana, entrar a youtube y escuchar algo de música. Esta vez eligió a una lista de reproducción de Voltaire.

Estuvo leyendo las publicaciones recientes de sus conocidos y revisó algunos de los videos que habían subido, exceptuando los vídeoblogs, sobre todo los de Joaquín, ese tipo insufrible que está obsesionado con el anime y el manga, tan aburrido es hablar con él como leer una novela de García Márquez o ver una película en la que salga Ronald Reagan. Lo peor es que, Joaquín, de pronto se dice analista de la vida diaria y juzga a los que lo rodean, soltando términos freudianos de manera estúpida y confundiendo a Lacan con Jung.

Justo está por cerrar su sesión cuando aparece Mónica. No es que sea bonita, pero tiene lo suyo. Mientras la invita a la fiesta de esta noche, le llega un mensaje de Javier, otro fracasado, éste se siente el nuevo Christian Lorenz cuando en realidad no llega ni a Edgar Huerta; Fabián no tiene ganas de aguantarlo, por eso se despide de Mónica y le escribe a Javier: “carnal, ya me voy, tengo prisa, luego platicamos, vale???” No espera la respuesta, sólo da en el botón de cerrar y apaga el equipo. Todo queda en silencio. Su familia estará de regreso a eso de las ocho de la noche, fueron a una boda a algún pueblo, a esa misma hora él estará en casa de Berenice, celebrando algo, no sabe qué, pero de cualquier forma irá.

Después de bañarse, ya vestido y lo más presentable que pudo, baja a la sala, se tumba en un sillón con la vista clavada en el techo, sin moverse, esperando, apacible, relajado, santo, sólo esperando. Sólo pensando en lo que sería su vida a partir de la siguiente semana, cuando las clases lo hicieran regresar a la universidad, a la ciudad en la que vive y no en la que vacaciona. Un año atrás era al revés, el viaje de regreso era hacia esta casa y no hacia la otra casa, es más, la otra casa, su actual casa, no existía en su mundo, en el de otros tal vez, pero no en el suyo.

“Transiciones necesarias”, repetía por lo bajo, ahora sabe que establecerse es cosa fácil, regresar es lo difícil, e igual hay quienes no regresan nunca. Pero él está aquí, en su sillón favorito, y acaba de caer en la cuenta de que también está en él mismo, de que no se ha dejado en otro sitio, se carga allá a donde vaya, se acompaña a todo lugar y con él van todos sus años, todos los lugares, todas las personas, incluso el sillón y el cojín en el que descansa su cabeza. Eso lo reconforta.

Es miércoles, son las 5: 45 de la tarde. Se levanta, toma su cartera de la mesa junto con las llaves y sale. Va a llegar con unos minutos de retraso, pero hoy no le importa llegar tarde.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Y me atreveré a afirmar que dos de los personajes mencionado ahí son reales, el primero es que le gusta el anime, es curioso esos tipos son un tanto extraños, la segunda es la chica, así que me atreveré a preguntar sí hay alguna chica que le atraiga, supondré que sí, son viles conjeturas de un insomne.Tiene el derecho de refutarme lo que desee
Saludos.

José Luis Dávila dijo...

Pues no, no tengo algo que refutar; en efecto, son reales, tan reales como yo.
Y sí, hay una chica que me atrae, no lo puedo negar. Pero preguntaré:¿cómo es que llegaste a esas conclusiones, mi querido Anónimo?
También sigo preguntándome si algún día sabré quién eres.

Saludos!!

Anónimo dijo...

Responderé su ya preguntada pregunta, no creo que sea necesario saber quién soy, ¿de qué le serviría?
Segundo punto, digan lo que digan cada escritor pone algo de verdad en sus textos, además esa descripción me hizo saber que de verdad eran reales, también lo podemos llamar mera suerte.
Saludos

José Luis Dávila dijo...

No sé de que me serviría,mi estimado Anónimo, creo que sólo es curiosidad.

Por otro lado, sí, comparto esa idea de que un escritor proyecta su vida, o parte de su vida, sobre su creación; diría Freud que son formas en que nuestras neurosis se dejan ver.

Saludos

Anónimo dijo...

una vez más: te amo

José Luis Dávila dijo...

Gracias, no sé que decir. Me gustaría saber quién eres. Si no me quieres decir, sólo dame una pista, por favor.

Un abrazo!!

Anónimo dijo...

No.

José Luis Dávila dijo...

¿Por qué no?

Anónimo dijo...

Nuevo post más respuestas

José Luis Dávila dijo...

Ya hay nuevo post.....¿tendré esas respuestas?