"no me estoy enamorando de ti, sólo t extraño;
no kiero tenert, sólo deseo besart;
no me gustas más que antes, sólo que no t había visto con detenimiento;
no me importas tanto, sólo necesito hablarte;
realmente no espero nada, pero creo k estoy dispuesta a "todo"
ese todo que tanto evitas y no será realidad..."
Realidad, pura imaginación consensual; formas del otro, formas en que tú me ves y yo no...al final, somos dos, no uno, y como dos estamos bien, lo sabes. El saberlo es bueno; saber que lo sabes, que sepas que lo sé, que todos lo vean y que puedan intuir a quien lo diriges: no me lo dices a mí, te lo dices a ti, nos lo dices a ellos.
Luego de un tiempo, de unos cuantos comentarios que son de nadie, se va, se funde en el almacén de información que es tu cuenta, donde tu foto cambia a las dos semanas. La vigencia de cada una de tus imágenes que tengo es casi eterna, "casi" porque en algún punto de la vida estoy obligado a morir. Porque no son datos vertidos en un espacio virtual, son cosas como tu olor.
El clima de ayer era apropiado para salir a tomar un café en un lugar apartado del estruendo académico en que siempre nos vemos envueltos, rodeados por amigos más tuyos que míos. Pero no, dijiste "no". Yo no dije, yo te dejé decir y diciendo vas, porque eres tú. Tú tan tú, tan descaradamente tú.
No lo puedes evitar…no podrás. Lo intentas, y fallas…Yo también fallo.
Tengo miedo de no ser tuyo y de que nunca seas mía.
Escapo para no quedar prendado de una sensación que no entiendo. Somos una canción reproduciéndose, duramos lo que debemos, esos minutos exactos en los que la armonía es perfecta; cuando acaba, el silencio llega por un tiempo, otras canciones siguen en la lista hasta que, quien sea que nos escuche, pone play y volvemos a llenar el espacio con sonido.
Supongo que podemos ser amigos. No me lo pidas, sólo seámoslo, de cualquier forma no esperaba que mi suerte me llevase más lejos.
Por supuesto que te extrañaré, que esta “dulzura de ser no siendo” se ha vuelto mi soma, tus besos me infectan con un extraño virus que me obliga a sentirme bien. Sin embargo, vuelvo a la realidad en que no soy libre para decidir si te quiero tanto como para soportar pasar las tardes a tu lado. Es un problema de confianza; no confío en mí ni en ti.
Siento cariño por tu figura, por aquello que representas. Por todo lo que no eres.
Una cosa es lo que no puedo confesar, otra lo que no quieres que confiese. Realidad: bailar contigo en sueños, sentir tu cuerpo libre de la huella del pasado, conversar toda la noche a través del silencio.
Ser contrarios complementarios es lo nuestro; repelernos, lastimarnos, herirnos hasta que el dolor nos mate. Replegarnos, hacer cada uno lo suyo y, luego, volver. Vernos a la cara y tener el valor para que nuestros ojos se digan “no te quiero, pero no te vayas; no te necesito, pero dame la mano; no eres mío, pero no seas de otro; lárgate, pero no dejes de pensarme”. Así es como es.
Somos un par de cobardes.
2 comentarios:
Un amor un poco incoherente, pero aún así es hermoso, el epigráfe es raro, aunque ahora que lo pienso usted tiene un curioso afecto hacia los epigráfes.
Saludos.
Sí, me gustan los epígrafes, es una manía que no logro quitarme; el de este relato,el del anterior y el del siguiente, los tomé de una red social, fueron lanzados por mis amigos y supuse que sería buena idea hacer algo con ellos.
Saludos, mi querido Anónimo.
Publicar un comentario