lunes, 1 de noviembre de 2010

Rupturas

Camino por estas calles y siento como transcurre el tiempo de la ciudad, como pasa la vida ante mí. Reconozco en los rostros de las personas que inundan las calles los sentimientos que a nadie cuentan.


Visito otros lugares, o los mismos de siempre, no importa, pues en todos hay algo nuevo, en todos hay chicas a las que se les puede pedir un beso sin esperarlo realmente, y cuando menos se piensa puede encontrarse un amor pasajero que deje su cigarrillo por seguir las palabras vacías que le son susurradas. Así llega la mañana, entre unos brazos que no tienen nombre; entre unas piernas que no tienen rostro.

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Te vi escapar de mi vista, pero los espejos permitieron que te encontrara y pregunté tu nombre, tu número, tu edad. Me permití imaginar un amanecer contigo.


- Pero, dime, ¿después de cuánto seguirás sintiendo lo mismo que sientes hoy por mi?


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Pensé en una luz crepuscular cayendo sobre ti, a cada paso, y yo, con tu nombre en un papel, inventando pecados.

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Cuando me diste la espalda pude gritarte que en el cortometraje de tus amigos la última secuencia de imágenes fue extraordinariamente asquerosa, que te sugiero no regresar a casa tan temprano si lo que buscas es causar un impacto considerable; que en tu camino se cruce un antiguo conocido, tal vez una mujer. Intenta llevarla a un motel y hacerla tuya tantas veces como puedas.


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“Me encuentro sin pista de tu aroma”, me dices, para hacerme a un lado poéticamente, pero nunca has sabido cual es mi verdadero aroma.

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Una vez te dije:

Ven, tomaremos un viaje a las estrellas, pero antes debo ver a alguien que vive en el mar, no muy lejos de ese pequeño lugar que tanto te gusta visitar, ese donde solías comer con tus amigos.

Mira como el sonido se impregna en ti, y como el cielo cambia de color cuando reímos.

Por que no vienes y sientes mis palabras en tu corazón.

Si hay una oportunidad para susurrar en la oscuridad debe ser tomada; yo solo quiero la muerte del día para empezar la pelea sin fin.

Por qué no vienes y sientes mis pasos hacia ti, llenas mis expectativas y te dejas llevar por esos musicales colores que están en tu piel.

Por qué no nadamos juntos… y escapamos.


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Hoy viene muy bien vestido y un beso es, quizá, su única recompensa, la única que le puedes dar frente a mí; mi estomago se revuelve y no entiendo cuando nos perdimos.

No puedo ver, me mata y se apodera de mí un sentimiento terrible de celos. Se convierte en un enfermo arrullo y el destino no me favorece, sin embargo, sigo en pie.

Me llama de nuevo, pero no asisto, no me arriesgo otra vez, y duermo muy bien, soñando con recuerdos que no tenían que regresar, porque no me puedo ir, porque es tan fuerte y no me deja en paz.


Contra todo pronóstico, debo seguir adelante y encontrar el brillo en alguna otra mujer.

Pero nunca volver a sus imágenes, nunca, nunca, nunca.


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Hoy tengo de fondo de pantalla una serie de fotografías distintas a todas las otras que esas otras me han dado como regalo…hoy veo que no sólo están ellas en el espacio expuesto a la lente. También está mi rostro, al lado del suyo, como antes no era, como quiero que sea de ahora en adelante.


Es cierto que nos veo, pero yo no me veo en mí, yo me veo en sus ojos.


1 comentario:

MArina dijo...
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