domingo, 25 de julio de 2010

Olifante

…¡Prefiero morir que caer en la vergüenza!...
El Cantar de Roldán

El valor es, a la vez, perdición y gloria del caballero.

Roldán nos muestra la insensatez de la figura heroica, en la que el orgullo puede más que la razón y que los consejos de Oliveros, quien advierte a su compañero la necesidad de pedir ayuda al rey y a la vanguardia para la batalla con los infieles; es Roldán quien elige el destino propio y de sus soldados al negarse a dar la señal de ayuda.

¿Por qué resistirse a ser auxiliado? Roldán se cree capaz de derrotar las huestes de Marsil, que exceden los cien mil, echando mano de veinte mil francos que forman la retaguardia del rey Carlos y apela a la valía del ejercito; sin embargo, más que creer en la capacidad de los otros, Roldán se niega a aceptar que puede ser vencido y pone de pretexto el honor de Francia, no sin antes mencionar que sería objeto de burla y desprestigio si no se enfrenta al enemigo.
El ego es lo que, me parece, en verdad mueve al caballero.

Temor a la caída moral es lo que obliga al sujeto a enfrentar un peligro sin el menor rastro de conciencia de los actos y mucho menos a favor de otro, quien a este caso concierne papel alguno, pues hay que decir que reacciones de este tipo llegan a ser narcisistas.

Es necesario aclarar que un caballero lleva en sí el deber de proteger la patria y el rey al que pertenece, asegurando victorias para la gloria de un pueblo y un monarca e igualmente al servicio de Dios, que guía su senda. Si el caso de Roldán fuera ese, seguramente los ruegos de Oliveros no hubieran sido omitidos, pero nuestro caballero no prefiere el honor del país ante el suyo, sino demostrar que él solo (sin olvidar a la facción que comanda) vale tanto como el ejercito más numeroso. Él desea la gloria individual a través del triunfo colectivo.

Cuando la situación se torna irremediable y la derrota se presenta inminente, es cuando un Roldán humillado se reconoce como causante del desastre y trata de enmendarlo al llamar con el cuerno a las tropas que se adelantaron mas es imposible que le salven, ya no hay, para él, redención que no sea producto de la muerte.

La imagen del caballero que antepone el bien común al propio se esfuma y deja un retrato del orgullo en batalla que no puede desencadenar en otra cosa que no sea el fracaso militar y el éxito del mártir.

Lo que divide al valor como orgullo vacío y al valor como virtud es el tañido oportuno del olifante.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Quitaste psycho killer!
Hola Bonta-kun, qué tal te trata la vida?
En caso de que no sepas quien soy, revelo ser la hermanita de alguien que conoces bien. Vaya; eso salió muy cursi, pero que se le hace, mi cerebro ahora no da para más. Espero verte antes de mi mudanza...
Con cariño, you know
P.S. Me ha encantado lo que has posteado.

José Luis Dávila dijo...

Sí soy sincero, era una de las opciones que tenía para tu identidad, no la primera en lista (más o menos la cuarta)pero lo presentía en cierto grado. También espero verte antes de que te vayas. (Por cierto, no es cursi, simplemente es...no,tienes razón, es un poco cursi)

Anónimo dijo...

Hola, esa señorita que te escribe no soy yo, como lo podrás ver, ¿qué es eso de Bonta-kun?
Interesante el texto, no conozco mucho acerca del tema, pero me agrada tu forma de escribir.
Saludos.

José Luis Dávila dijo...

Ok,entonces estoy un poco confundido; respecto a lo de Bonta-kun, es mejor dejarlo de lado (una historia no muy larga pero sí aburrida). Gacias, por tus comentarios, Anónimo. Por cierto, ¿Algún día sabré quién eres?

Anónimo dijo...

Creo que no, me da pena que lo sepas.
Saludos.

José Luis Dávila dijo...

Ok, Anónimo,no te preocupes y disculpame si es que te molestó mi pregunta (aunque en verdad me gustaría saberlo). Espero que estés bien y que sigas visitando mi blog.
Saludos y un abarazo.